Pese a que tengo claro que el Arte es algo tan impredecible y natural como el hablar –aunque lo hagas a solas– o el atender –aunque sea a los fortuitos actos de un niño–, como antiguo obrero especializado en Aviador Dro, también sé que el Arte –lo mismo que el amor– puede ser industrial. En este aspecto, mis vanaglorias decadentes me llevan a fantasear con la ilusión de llegar a estar de moda y nunca ser demodé.
sábado, 22 de febrero de 2025
viernes, 21 de febrero de 2025
Sobre el Arte 02
Entiendo el Arte como algo gratuito en su concepción, no en su comercialización.
Para sostener esta idea me bastan experiencias como la que tuve ayer jueves, sentado a prudente distancia de un niño al que acabé observando mientras pretendía que mi mente se centrara en ideas más acuciantes. Poco a poco el infante acabó captando mi atención. Pensé en cómo su verborrea dará paso a la palabra, sus garabatos a pinceladas y sus amontonamientos a construcciones. Con su Arte presente ya logra comunicarse con su entorno y hace que un adulto se olvide del qué dirán y se una a sus juegos, en los que mimetiza sus balbuceos.
jueves, 20 de febrero de 2025
Maneras de vivir: innombrable
Ahora que soy viejo es cuando más entiendo mi niñez. Mi omnipresente desarraigo social actual ya se daba entonces, resultante de mis limitaciones y de las imposiciones públicas.
Durante nueve años asistí a un colegio público, en aulas que compartí con alumnos que han llegado a maestros en el ejercicio de funciones representativas (como un ‘vicepresidente primero del Congreso de los Diputados’ o un ' rector de la Universidad de Oviedo’) o que, al menos, viven la vida adulta que las estadísticas preconizan para una persona normal. No es mi caso, ni lo fue nunca: siempre he sido anormal.
Ya en el colegio mostraba maneras. A mi despiste intelectual, torpeza física o desinterés competitivo se unían mi incumplimiento de las obligaciones de todo alumno: no prestaba atención a los maestros, no rivalizaba con mis compañeros y no disfrutaba en el colegio.
Odiaba la escuela.
El mío era un odio visceral: me enfermaba hacer como me decían lo que me imponían. Odio que me llevaba a enfermar físicamente: psicomatizaba mi malestar anímico en malestares de salud. Odio que no resultaba del miedo o el sufrimiento: no recuerdo haber sido acosado por mis compañeros; y los profesores me trataban como ‘tonto’, por lo que habitualmente sus castigos no eran carnales, sino escarnios –ridiculizarme, marginarme, aislarme…–. Me llevé algún bofetón de maestros frustrados o alcoholizados, recibí algún golpe de compañeros frustrados o encolerizados
La etapa de formación escolar no deformó mis peculiaridades, forjó mi anormalidad: no me fascina el poder y desprecio las figuras autoritarias. Por eso, cuando una persona autoritaria ocupa un cargo poderoso mi reacción es simple, casi infantil: crees que mandas en todos, pero en mí no mandas.
Y mi primera reacción es la que más les duele: silenciar su nombre. Tendrán torres a su nombre, gozarán de privilegios por su nombre… pero no lograrán que cacaree su nombre.
¡Gloria a Ucrania!
domingo, 16 de febrero de 2025
Sobre el Arte 01
Quizá tengan razón quienes ven en el Arte la muestra más exquisita de la evolución humana. Yo soy de los que ven en la creatividad un calco del ingenio que también muestran los cuadrumanos.
El Arte es un instrumento expresivo y comunicativo. También una fuente de placer, un producto de comercio y un arma ideológica. Pero, en el momento en que se convierte en un ente no perceptible por los sentidos o en un amaneramiento de algún metalenguaje ya no es Arte, es un mero instrumento de poder. Una barrera social tan injusta como subir el IVA cultural o bajar las becas de estudios. Para llegar a lo más alto, el Arte debe contactar también con nosotros: las clases más bajas. Soy un populista que entiende el Arte como algo no elitista: si para seguir un libro necesito aferrarme a una enciclopedia o para entender un cuadro debo aprenderme un tratado, lo que tengo enfrente merece que le de la espalda.
El Arte es un instrumento expresivo y comunicativo. También una fuente de placer, un producto de comercio y un arma ideológica. Pero, en el momento en que se convierte en un ente no perceptible por los sentidos o en un amaneramiento de algún metalenguaje ya no es Arte, es un mero instrumento de poder. Una barrera social tan injusta como subir el IVA cultural o bajar las becas de estudios. Para llegar a lo más alto, el Arte debe contactar también con nosotros: las clases más bajas. Soy un populista que entiende el Arte como algo no elitista: si para seguir un libro necesito aferrarme a una enciclopedia o para entender un cuadro debo aprenderme un tratado, lo que tengo enfrente merece que le de la espalda.
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