jueves, 29 de julio de 2021

210729

Ayer quedé con un conocido al que no veía desde que se desató esta pandemia. A los pocos minutos de haber empezado nuestro encuentro, yo sólo pensaba en la libertad que sentiría al volver a casa. La vida de los otros (trabajo fijo, pareja estable, comprar, tener,…) no me saca de mi laberinto. Los quiero, son mis amigos, pero cuando vuelvo a casa tengo esa sensación 'tourneriana' de haber andado como un zombi.

Es algo que me preocupa, pues me hace sentir ingrato e insensible.

domingo, 25 de julio de 2021

210725

Llevo días repensando en los exabruptos que le escuché a un anciano cansado de vivir limitado por la pandemia de COVID-19. Sus quejas me han llevado a preguntarme si realmente quiero envejecer.

Es curioso cómo las palabras de un extraño pueden ser más efectivas que las de los seres que nos son queridos. Quizás porque éstas las vemos envueltas en cubiertas de protección, mientras que aquellas son meras voces al viento.

En mi opinión tener dudas, inquietudes e inseguridades es lo Humano. Nada me asusta más que esa gente que planifica su vida con la contumacia de un comunista chino: “A los 23 años acabo la carrera, a los 26 saco una oposición, luego me caso, tengo dos hijos (un niño para que cumpla mis sueños incumplidos – y una niña que me cuide de viejo) a los 55…”.

Muchas veces no hay mayor vacío que el que nos invade después de consumir nuestros planes, máxime si éstos son impuestos. La vida hay que vivirla, no planificarla. Y llevo casi dos años aplanado en un “plan bianual” impuesto por una realidad vacía. Quizá no tarde en llenar mi vacío con exabrubtos que soltaré en la cola de un supermercado mientras un extraño, que me escuchará incómodo, no podrá evitar recordar mis palabras de la que, ya en casa, vacía la bolsa de la compra.

domingo, 18 de julio de 2021

210718

Algún día lograré entenderte, o mejor: querré hacerlo.

Pero, ahora no…

Ahora no es el momento.

Algún día te veré y te reconoceré; pero ahora te desconozco y nos ignoraremos.

Mejor así.

Adiós, reservas.

Adiós, desprecios.

Adiós, tristezas.

No vuelvas nunca más, por favor, No sabría cómo rechazarte.


lunes, 12 de julio de 2021

210712

 Continúo el texto que comencé ayer.

Hace trece años Europa afrontaba una ola de calor extremo cuya letalidad provocó varios miles de muertes –el número exacto de decesos es aún impreciso, pese a lo avanzado de la ciencia Estadística–.

Durante aquella canícula boreal escuché a mi amigo Antón vaticinar que no tardaría en llegar un tiempo en el que las personas de salud frágil temerían más la llegada del verano que del invierno.

Hace más de dos años que Antón falleció.

El tiempo no pasa ni pesa por nuestra amistad inmortal. Hoy, como casi siempre, me he acordado de él. La amistad verdadera no es una ciencia exacta, es una bendición. El recuerdo de su amistad resulta refrescante en este tiempo árido de afecto.

domingo, 11 de julio de 2021

210711

Esta mañana he escuchado a la ponente de un estudio científico que establece que España, Italia y Croacia serán los países europeos donde las olas de calor venideras causarán más muertes.

La mayoría de las regiones españolas está afrontando estos días  una subida de temperaturas que, por el momento, no ha provocado víctimas directas. Esta ausencia de fallecimientos se debe a la suerte caprichosa, no a la ciencia estudiosa, ya que sobrellevamos esta amenaza calórica con las mismas herramientas “no científicas” a las que ha recurrido la Humanidad desde el amanecer de los tiempos: evitar exponerse al sol, buscar protegerse en la sombra y mantenerse hidratado. Pese a los innegables avances científicos que salvaguardan a nuestra sociedad, frente a algunos rigores seguimos recurriendo a alivios ancestrales –el confinamiento pandémico es un recurso tan salvador como atávico–; lo que me retrotrae a una sensación de que, en lo vital, el tiempo no pasa y sí que pesa hasta que su gravedad te aplasta. Y conozco pocas realidades más aplastantes, sean científicas o burdas, que la gelidez que te paraliza tras la muerte de un ser querido.

viernes, 2 de julio de 2021

210702

Tennessee Williams escribió –de manera embriagadora– sobre veranos largos y cálidos, noches tropicales en la Iguana y tormentosos tejados de zinc. La pasión y el deseo eran el relámpago y el rayo que electrizaban a las gatas y a los mininos que protagonizaban esos bebedizos dramáticos "tenessianos".
Oteo este verano norteño bajo la amenaza de nubes de tormenta; pero no tengo el efluvio de Williams para fabular sobre calores, iguanas o tejados. Las borrascas en el interior provocan bajas depresiones. Y encuentro altamente deprimente la bajeza de ver cómo algo que para ti es refrescante, otros lo califican de calentón.
El verano ya no se siente igual desde que no me baño en sus costas resacosas y me daño en su océano de desinterés levantino. Así que bienvenida la inestabilidad estival. Nada puede quemar más que lo previsible de esta canícula pandémica.