Resulta triste, a la vez que curioso, el que ciertos actos que antes eran cotidianos ahora estén idealizados. Si el mero hecho de escribir una carta resulta inhabitual en nuestros días, ya nadie juicioso envía palabras de amor sencillas y tiernas. El romanticismo ha quedado reducido a la Ficción, al igual que el heroísmo o la puntualidad. No en vano, encuentro mucho heroísmo en quien se atreve a enamorarse a tiempo y confía su corazón a intenciones ajenas.
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